Entrevista Igancio Franzani (para Revista Infame)
El hobbie hecho profesión
Ignacio Franzani, periodista, melómano y conductor de radio y TV
CON SUS 27 AÑOS, FRANZANI, VIVE EL APOGEO DE SU CARRERA COMO PERIODISTA Y AMANTE DE LA MÚSICA. SE HA CONVERTIDO EN UNO DE LOS PREDILECTOS DE LA TELEVISIÓN ABIERTA Y POR CABLE. ACABA DE LANZAR SU PROGRAMA CADENA NACIONAL, DE VIA X. Y EN MEDIO DE SU CAÓTICA VIDA, CONVERSA CON INFAME*.
Ignacio Franzani, Periodista egresado de la Universidad Andrés Bello, se empezó a hacer conocido luego de trabajar en radio Universidad de Chile donde reforzó sus conocimientos sobre música. De ahí en adelante, no pararía y hoy más que nunca se encuentra en el apogeo de su carrera.
La cita es en la radio Zero, donde llega luego de haber trabajado durante la mañana en el canal de cable Vía X. Como siempre con su estilo ochenteno, camisas creadas por su novia y peinado a lo Beatles. Sonríe a todos con quiénes se cruza en el camino hasta que nos sentamos en el patio de la emisora y comenzamos con la entrevista.
¿Cómo fue tu infancia?
Yo nací en Santiago y viví muchos años en el norte, en Antofagasta. También viví en Calama, un lugar muy extraño. Para muchos es tierra de mineros, muchos hombres y cafés con piernas, prostitución y cerveza, pero yo tuve una infancia demasiado feliz allá.
¿A qué edad te volviste a Santiago?
Igual volví súper chico. Mi más tierna infancia fue nortina. Llegué acá pa’ hacer cuarto básico y de ahí me quedé en Santiago. En el fondo, soy 100% Santiaguino, pero tengo recuerdos súper claros de cómo fue mi infancia en Antofagasta y particularmente en Calama.
¿Qué es lo que más te marcó de esa etapa?
Era rarísimo, porque era todo desierto, todo desierto literalmente hablando, no había edificios, muy pocos autos, muy poca gente. El corte con Santiago es diametralmente opuesto. Una ciudad vertiginosa, llena de gente, autos, smog, bulla. Vivía allá en una gran casa y llegué a Santiago a un departamento. Por la inseguridad que era salir a la calle, empecé a ver mucha tele y no estar tanto en la calle. En el norte era como 100% callejero, como los niñitos de historias de fútbol, o los niños de Machuca. El tema de la bicicleta era súper importante, era el medio de transporte de mi infancia. Independencia total, en la cleta te podíai mover por todos lados.
¿Tienes hermanos?
Mi familia, mis viejos hicieron como dos tandas de hijos. Mis hermanos más grandes tienen diferencia como de diez años conmigo y ellos tienen diferencia de un año entre ellos y yo y mi hermana chica, tenemos una diferencia de cuatro años y somos como una segunda generación. Ellos vivieron como otra realidad que nosotros, porque ellos vivieron en Bélgica muchos años. Y cuando llegaron de vuelta a Santiago, hasta Chile digamos, se fueron a vivir al norte y ahí yo nací a Santiago y luego nos fuimos a vivir al norte.
¿Siempre mostraste ser un tipo con personalidad, apasionado por las comunicaciones y las artes?
Yo creo que el rollo fue cuando estaba ya como en tercero cuarto medio. Estaba en el electivo humanista y empecé a hacer demasiadas cosas, porque me motivaba mucho los ramos que involucraba. Había una profesora que era extremadamente ligada al tema teatral ¿cachai? Todos nos comprábamos demasiado esa wea, dejábamos botados todos los otros ramos por ese electivo. Acto que había, yo estaba metido con mi grupo. Ese humanista era muy conectado con el arte, muy ligado al teatro, por el feedback que nos entregaba la profesora.
¿Cómo fue tu experiencia en el colegio?
Cuando llegué a Santiago me vine a un colegio chico. Un colegio inglés, fue súper traumático. Yo no hablaba nada de inglés, venía del norte, de un colegio grande, muy relajado. Lo pasé pésimo y me di cuenta de las diferencias sociales. Se me empezó a abrir el mundo oscuro de de la gran ciudad ¿cachai? Todo llegó muy de golpe: llegar a vivir a Santiago, otro colegio, otra gente, fue una realidad pésima.
De ahí mis viejos atinaron. Yo no me quería volver a cambiar, era un pendejo y me había cambiado de colegio como cinco veces. Cuando entré a quinto me metieron obligado a un colegio de curas, el San Agustín, que es un colegio grande, muy concentrado en el tema religioso, pero al mismo tiempo tiene como mucho espacio para hacer deporte y muy buena onda. Volví a la tranquilidad que había alcanzado en el norte. Ahí hice bueno amigos y todo el rollo.
¿Influyó de cierta forma esta enseñanza religiosa en tu forma de ser?
Yo creo que influyó inversamente. En términos religiosos, espirituales, se generaron “n” cuestionamientos para mi. Tampoco soy ateo, ni mucho menos. Creo que no es tema, ojala que cuando sea más viejo sea tema, cuando entre en la fase de reflexiones “de dónde vengo y para dónde voy”. Ahora todavía no llego a esa etapa.
¿Entonces esta profe viene a influir en tu decisión de estudiar periodismo?
No fue tan así. Ella motivó como toda esa necesidad humanista que tenía. La gatilló en acción, pero la intención de que eso era lo que a mi me gustaba lo tenía súper claro. Mi gran duda era estudiar historia o periodismo. Igual cuando llegó el momento de decidir estaba medio confundido. Al final decidí bien. Si no, no sé que estaría haciendo ahora, no me imagino haciendo otra cosa.
¿Cómo llegaste al periodismo finalmente?
Noté que por ahí iban mis intereses, yo ya rayaba como mucho con el tema de la música, desde pendejo. Desde pendejo coleccionista, melómano. Desde chico compraba vinilos.
¿Cómo llegas a trabajar a la radio de la Universidad de Chile?
Llegué un día a pedir práctica. Dije “oye yo sé mucho de música, para ustedes sería una inversión” así súper patudo y no me pescaron, pero después me llamaron, porque justo había un espacio en prensa. Necesitaban a un periodista goma, para hacer producción periodística. Eso fue mi 50% de práctica, en prensa y el otro 50 era un programa de música, en la noche. Me empecé a conectar con un mundo que para mi era desconocido y no lo pescaba, el folklore, la trova y las raíces latinoamericanas, porque era muy del perfil de ese programa y también de la radio. Empecé a hacer mucha entrevista a estudiar sobre eso y a agarrarle el gusto.
¿Tuvieron influencia tus hermanos en este amor por la música?
Sí, sobre todo mi hermano mayor. Él era ralladito por la música, entonces yo inconscientemente tenía un soundtrack, siempre sonaba música en la pieza del lado. Él se fue a Estados Unidos un tiempo, cuando volvió, todavía no existían los compact en Chile, traía una caja de zapatos llena de compact. Fuimos pioneros, fue divertido eso. Me acuerdo, no sé po, discos de comienzos de los noventa, como el Nevermind, de Nirvana o de la escena Bristol, trip hop, mi hermano los trajo cuando esas bandas se hicieron conocidas acá tres años después. Por inquietudes me empecé a embalar yo. Encontré en la música un tema de refugio.
En todo caso ¿Tu música favorita sería el rock?
No. Antes siempre me molestaba la gente que decía “escucho de todo”. Siempre me pareció súper engañoso, pero he llegado a un punto en que esa obligatoriamente es mi respuesta. Hay un tema como de hallarle el placer a escuchar música desde el folklore, hasta la música docta. Disfruto mucho del rock, como de la electrónica, hip hop, pop.
En una entrevista señalaste que “ser periodista de música es similar a ser periodista de política. Si lo tomas con rigor, es similar su desarrollo”…
Sí, me abrió los ojos la Paula Molina, que hoy trabajamos juntos en Cadena Nacional. Una vez discutiendo este tema, me decía que el periodismo especializado en música podía llegar a ser muy parecido al periodismo especializado en política. El tema es que tengas el bagaje y las herramientas necesarias, para poder atacar bien, o en tu área. El rigor es el mismo, o sea, estudiar sesudamente la biografía completa de una banda, indagar en otras fuentes, contrastar esas fuentes, con otras que sean editorialmente distintas. La única diferencia, siento yo, que hacer música es algo mucho más honesto que hacer política, pero eso ya es un tema más de fondo, que de forma.
Los periodistas de música, en general, son muy jóvenes ¿Te da miedo pensar que si sigue este recambio generacional en algún momento vas a quedar obsoleto?
Sí, puede ser. Tiene que ver con un tema de inquietudes, de cómo tus intereses los llevas al trabajo. Es un poco lo que me pasó a mí, que el hobbie se convirtió en profesión. Yo creo que uno va buscando según sus motivaciones y conocimientos, el espacio necesario para desarrollarse. Tu amor y conocimiento por la música se pueden mover en distintas áreas. Que se prenda una cámara y tú te pongas a presentar un clip, es la pega más simple que puede hacer cualquiera y si hay generación de recambio, la raja.
¿La exposición en la actualidad te ha jugado a favor o en contra?
Estoy muy concentrado en hacer mi pega, la exposición es algo que no se convierte en un tema importante. Como ha sido lento he ido asimilándolo y entendiendo. Acción-Reacción: Un medio de comunicación que penetra demasiado como la tele es muy influyente, la gente lo consume más que cualquier otro, entonces es un efecto lógico. Pero no siento que me beneficia o me perjudica.
¿Te sientes en el apogeo de tu carrera?
No sé, igual ha sido raro, esta semana he dado entrevistas todos los días. No sé que significa eso. Acabamos de sacar un programa nuevo y eso está fresco, partimos hace un mes. Cuando estábamos armando el programa, sabíamos que se iba a generar más bulla, porque es un horario más competitivo, a pesar que sea del cable.
Además es una temática diferente a lo que acostumbramos a asociar a ti…
Claro, estamos haciendo un programa más de actualidad y de opinión. Bien irónico, bien juguetón también. Yo creo que todo es un proceso de desarrollo. Estoy demasiado concentrado en estudiar mis temas de hoy en la noche, más que si “¿estoy en mi apogeo?” no podría ponerme a pensar en eso. Yo creo que quizás cuando esté cesante voy a decir “me estaba yendo bien ahí” yo creo que ahí te puedo responder esa pregunta.
Y en cuanto a lo personal. Tú vives a full ¿Te queda tiempo para tener vida?
Me ha traído costos en el sentido de que es difícil tener una relación con mi novia. No nos vemos nunca, de hecho hemos tenido una pequeña distancia a partir de eso. He estado muy concentrado en el trabajo y como me gusta mucho, me absorbe todo y no sé ponerle freno. Cuando llega el fin de semana caigo raja y trato de descansar lo máximo y de despegarme. Ahí está como el doble filo, tengo mucha vida a parte del trabajo porque se parece mucho a mi trabajo, pero por otro lado, en el rigor, no tengo mucha vida tampoco. Lo podi mirar desde los dos lados de la moneda.
A propósito de tu polola ¿Ella te diseña las camisas?
Sí, ella es mi asesora. Es una talentosa diseñadora de vestuario, es seca, tiene más talento que la mierda. En el fondo es como un trato cruzado, yo le hago promoción a su ropa, porque tiene una exposición puesta en alguien visible, y por otro lado ella me soluciona un gran problema que pa’ mi siempre ha sido fome, como ir a comprar ropa. Eso pa’ mi es perder tiempo valioso para hacer otras cosas. Tener que ir a un puto mall a comprar ropa, no me la banco, no la hago.
Pero en tu ropa siempre buscas lo alternativo, el verte diferente…
Es que la diseñamos juntos, yo le tiro ideas raras y ella las hace reales o factibles, porque de repente le digo weas que no se pueden hacer.
¿Tienes una fijación en cuanto a los diseños y conceptos?
Sí, me gusta harto el tema gráfico. Por eso InFame*, me llamó tanto la atención desde que partió. Cuando salió el número cero quedé impactado, las técnicas que se estaban ocupando a nivel gráfico e impresión eran weas que yo no había visto en ninguna revista. De repente me hubiera gustado estudiar diseño. Envidio a los diseñadores, porque manejan muy bien los programas de computación y yo soy súper anti high tech. De repente me encierro en las oficinas de los diseñadores e inventamos piezas gráficas que puedan servir para algo o no puedan servir para nada, pero ahí está el juego del diseñador frustrado.
Desde tu punto de vista ¿Que sucede con la música chilena? Como una evaluación general
Hay puntos claves para entender lo que pasa hoy a nivel de música chilena y es que hay una tendencia a nivel mundial de crisis en sellos discográficos multinacionales. Crisis de la industria discográfica, que ha generado nuevas plataformas y una realidad distinta a la que conocíamos hace cinco o diez años.
La crisis tiene varias razones, desde la piratería pasando por la democratización de sesión de registro. Los sellos no tienen las lucas necesarias como para darse el lujo de “apostar” por artistas locales ¿cachai? Eso implica que hay una cerrazón definitiva de los sellos grandes, salvo contadas excepciones, Hay una proliferación notable de sellos independientes, en todos los ámbitos. En el hip hop, en la electrónica, en el rock, en el pop, en el folklore incluso.
¿Esto es negativo para los músicos?
A partir de eso nos damos cuenta que la creatividad ha estado siempre presente y hoy día es viable gracias a los sellos chicos. Creo que la tendencia es un poco peligrosa en el sentido que la gran falencia en esos sellos chicos es que no cuentan con las herramientas de distribución necesarias para que llegue la música a todos lados, como sí la cuentan los sellos grandes.
El mundo del hip hop mueve como a un clan. Y ahí se genera una mini industria ¿cachai? El mundo del rock también lo hace. Ahora sí esos mundo paralelos e independientes pudieran crecer juntos, también genera algo interesante y tiene que ver un poco con ir avanzando como país, ir teniendo más cultura musical, más cultura de conciertos en vivo. Chile es un país que consume muy poca música en vivo.
Lo cual tiene que ver también con los recursos…
Claro, pero es una wea numérica también. En el sentido numérico de público. Por ejemplo, Los Bunkers, se van a México y ellos son unos desconocidos allá o recién conocidos y están vendiendo más discos de los que venden acá, por un tema de público y también de mayor cultura musical. La gente consume más música, porque hay un desarrollo histórico de esa necesidad ¿cachai?
¿Entonces hablarías de un nivel bueno en la música chilena?
Yo creo que es súper peligroso hablar como de buen o mal nivel, porque finalmente eso se traduce en términos súper como subjetivos. Es un tema de gustos, creo que en todas las áreas hay buenas bandas y hay talento. Ahora creo que eso no es muy generalizado. Es bueno que haya muchas cosas y es bueno que haya muchas cosas malas que en algún minuto logren ser mejores. También hay un rollo que después de escuchar tantos discos uno también se convierte en un weon muy mañoso y selectivo. Descartando rápidamente, pero así… de eso también se trata la pega, como de ir destacando lo que realmente vale la pena.
Ignacio Franzani, suma y sigue. En su último programa, Cadena Nacional, incursiona en una temática más alejada de la música, pero no por completo. Las comparaciones con Sergio Lago y Carlos Moena, no lo afectan, es que como él dice está concentrado en su trabajo, en revisar sus programas y corregir sus errores. Sobre todo mientras el cambio generacional de rostros televisivos no se realice y le permitan mantenerse en pantalla.
La cita es en la radio Zero, donde llega luego de haber trabajado durante la mañana en el canal de cable Vía X. Como siempre con su estilo ochenteno, camisas creadas por su novia y peinado a lo Beatles. Sonríe a todos con quiénes se cruza en el camino hasta que nos sentamos en el patio de la emisora y comenzamos con la entrevista.
¿Cómo fue tu infancia?
Yo nací en Santiago y viví muchos años en el norte, en Antofagasta. También viví en Calama, un lugar muy extraño. Para muchos es tierra de mineros, muchos hombres y cafés con piernas, prostitución y cerveza, pero yo tuve una infancia demasiado feliz allá.
¿A qué edad te volviste a Santiago?
Igual volví súper chico. Mi más tierna infancia fue nortina. Llegué acá pa’ hacer cuarto básico y de ahí me quedé en Santiago. En el fondo, soy 100% Santiaguino, pero tengo recuerdos súper claros de cómo fue mi infancia en Antofagasta y particularmente en Calama.
¿Qué es lo que más te marcó de esa etapa?
Era rarísimo, porque era todo desierto, todo desierto literalmente hablando, no había edificios, muy pocos autos, muy poca gente. El corte con Santiago es diametralmente opuesto. Una ciudad vertiginosa, llena de gente, autos, smog, bulla. Vivía allá en una gran casa y llegué a Santiago a un departamento. Por la inseguridad que era salir a la calle, empecé a ver mucha tele y no estar tanto en la calle. En el norte era como 100% callejero, como los niñitos de historias de fútbol, o los niños de Machuca. El tema de la bicicleta era súper importante, era el medio de transporte de mi infancia. Independencia total, en la cleta te podíai mover por todos lados.
¿Tienes hermanos?
Mi familia, mis viejos hicieron como dos tandas de hijos. Mis hermanos más grandes tienen diferencia como de diez años conmigo y ellos tienen diferencia de un año entre ellos y yo y mi hermana chica, tenemos una diferencia de cuatro años y somos como una segunda generación. Ellos vivieron como otra realidad que nosotros, porque ellos vivieron en Bélgica muchos años. Y cuando llegaron de vuelta a Santiago, hasta Chile digamos, se fueron a vivir al norte y ahí yo nací a Santiago y luego nos fuimos a vivir al norte.
¿Siempre mostraste ser un tipo con personalidad, apasionado por las comunicaciones y las artes?
Yo creo que el rollo fue cuando estaba ya como en tercero cuarto medio. Estaba en el electivo humanista y empecé a hacer demasiadas cosas, porque me motivaba mucho los ramos que involucraba. Había una profesora que era extremadamente ligada al tema teatral ¿cachai? Todos nos comprábamos demasiado esa wea, dejábamos botados todos los otros ramos por ese electivo. Acto que había, yo estaba metido con mi grupo. Ese humanista era muy conectado con el arte, muy ligado al teatro, por el feedback que nos entregaba la profesora.
¿Cómo fue tu experiencia en el colegio?
Cuando llegué a Santiago me vine a un colegio chico. Un colegio inglés, fue súper traumático. Yo no hablaba nada de inglés, venía del norte, de un colegio grande, muy relajado. Lo pasé pésimo y me di cuenta de las diferencias sociales. Se me empezó a abrir el mundo oscuro de de la gran ciudad ¿cachai? Todo llegó muy de golpe: llegar a vivir a Santiago, otro colegio, otra gente, fue una realidad pésima.
De ahí mis viejos atinaron. Yo no me quería volver a cambiar, era un pendejo y me había cambiado de colegio como cinco veces. Cuando entré a quinto me metieron obligado a un colegio de curas, el San Agustín, que es un colegio grande, muy concentrado en el tema religioso, pero al mismo tiempo tiene como mucho espacio para hacer deporte y muy buena onda. Volví a la tranquilidad que había alcanzado en el norte. Ahí hice bueno amigos y todo el rollo.
¿Influyó de cierta forma esta enseñanza religiosa en tu forma de ser?
Yo creo que influyó inversamente. En términos religiosos, espirituales, se generaron “n” cuestionamientos para mi. Tampoco soy ateo, ni mucho menos. Creo que no es tema, ojala que cuando sea más viejo sea tema, cuando entre en la fase de reflexiones “de dónde vengo y para dónde voy”. Ahora todavía no llego a esa etapa.
¿Entonces esta profe viene a influir en tu decisión de estudiar periodismo?
No fue tan así. Ella motivó como toda esa necesidad humanista que tenía. La gatilló en acción, pero la intención de que eso era lo que a mi me gustaba lo tenía súper claro. Mi gran duda era estudiar historia o periodismo. Igual cuando llegó el momento de decidir estaba medio confundido. Al final decidí bien. Si no, no sé que estaría haciendo ahora, no me imagino haciendo otra cosa.
¿Cómo llegaste al periodismo finalmente?
Noté que por ahí iban mis intereses, yo ya rayaba como mucho con el tema de la música, desde pendejo. Desde pendejo coleccionista, melómano. Desde chico compraba vinilos.
¿Cómo llegas a trabajar a la radio de la Universidad de Chile?
Llegué un día a pedir práctica. Dije “oye yo sé mucho de música, para ustedes sería una inversión” así súper patudo y no me pescaron, pero después me llamaron, porque justo había un espacio en prensa. Necesitaban a un periodista goma, para hacer producción periodística. Eso fue mi 50% de práctica, en prensa y el otro 50 era un programa de música, en la noche. Me empecé a conectar con un mundo que para mi era desconocido y no lo pescaba, el folklore, la trova y las raíces latinoamericanas, porque era muy del perfil de ese programa y también de la radio. Empecé a hacer mucha entrevista a estudiar sobre eso y a agarrarle el gusto.
¿Tuvieron influencia tus hermanos en este amor por la música?
Sí, sobre todo mi hermano mayor. Él era ralladito por la música, entonces yo inconscientemente tenía un soundtrack, siempre sonaba música en la pieza del lado. Él se fue a Estados Unidos un tiempo, cuando volvió, todavía no existían los compact en Chile, traía una caja de zapatos llena de compact. Fuimos pioneros, fue divertido eso. Me acuerdo, no sé po, discos de comienzos de los noventa, como el Nevermind, de Nirvana o de la escena Bristol, trip hop, mi hermano los trajo cuando esas bandas se hicieron conocidas acá tres años después. Por inquietudes me empecé a embalar yo. Encontré en la música un tema de refugio.
En todo caso ¿Tu música favorita sería el rock?
No. Antes siempre me molestaba la gente que decía “escucho de todo”. Siempre me pareció súper engañoso, pero he llegado a un punto en que esa obligatoriamente es mi respuesta. Hay un tema como de hallarle el placer a escuchar música desde el folklore, hasta la música docta. Disfruto mucho del rock, como de la electrónica, hip hop, pop.
En una entrevista señalaste que “ser periodista de música es similar a ser periodista de política. Si lo tomas con rigor, es similar su desarrollo”…
Sí, me abrió los ojos la Paula Molina, que hoy trabajamos juntos en Cadena Nacional. Una vez discutiendo este tema, me decía que el periodismo especializado en música podía llegar a ser muy parecido al periodismo especializado en política. El tema es que tengas el bagaje y las herramientas necesarias, para poder atacar bien, o en tu área. El rigor es el mismo, o sea, estudiar sesudamente la biografía completa de una banda, indagar en otras fuentes, contrastar esas fuentes, con otras que sean editorialmente distintas. La única diferencia, siento yo, que hacer música es algo mucho más honesto que hacer política, pero eso ya es un tema más de fondo, que de forma.
Los periodistas de música, en general, son muy jóvenes ¿Te da miedo pensar que si sigue este recambio generacional en algún momento vas a quedar obsoleto?
Sí, puede ser. Tiene que ver con un tema de inquietudes, de cómo tus intereses los llevas al trabajo. Es un poco lo que me pasó a mí, que el hobbie se convirtió en profesión. Yo creo que uno va buscando según sus motivaciones y conocimientos, el espacio necesario para desarrollarse. Tu amor y conocimiento por la música se pueden mover en distintas áreas. Que se prenda una cámara y tú te pongas a presentar un clip, es la pega más simple que puede hacer cualquiera y si hay generación de recambio, la raja.
¿La exposición en la actualidad te ha jugado a favor o en contra?
Estoy muy concentrado en hacer mi pega, la exposición es algo que no se convierte en un tema importante. Como ha sido lento he ido asimilándolo y entendiendo. Acción-Reacción: Un medio de comunicación que penetra demasiado como la tele es muy influyente, la gente lo consume más que cualquier otro, entonces es un efecto lógico. Pero no siento que me beneficia o me perjudica.
¿Te sientes en el apogeo de tu carrera?
No sé, igual ha sido raro, esta semana he dado entrevistas todos los días. No sé que significa eso. Acabamos de sacar un programa nuevo y eso está fresco, partimos hace un mes. Cuando estábamos armando el programa, sabíamos que se iba a generar más bulla, porque es un horario más competitivo, a pesar que sea del cable.
Además es una temática diferente a lo que acostumbramos a asociar a ti…
Claro, estamos haciendo un programa más de actualidad y de opinión. Bien irónico, bien juguetón también. Yo creo que todo es un proceso de desarrollo. Estoy demasiado concentrado en estudiar mis temas de hoy en la noche, más que si “¿estoy en mi apogeo?” no podría ponerme a pensar en eso. Yo creo que quizás cuando esté cesante voy a decir “me estaba yendo bien ahí” yo creo que ahí te puedo responder esa pregunta.
Y en cuanto a lo personal. Tú vives a full ¿Te queda tiempo para tener vida?
Me ha traído costos en el sentido de que es difícil tener una relación con mi novia. No nos vemos nunca, de hecho hemos tenido una pequeña distancia a partir de eso. He estado muy concentrado en el trabajo y como me gusta mucho, me absorbe todo y no sé ponerle freno. Cuando llega el fin de semana caigo raja y trato de descansar lo máximo y de despegarme. Ahí está como el doble filo, tengo mucha vida a parte del trabajo porque se parece mucho a mi trabajo, pero por otro lado, en el rigor, no tengo mucha vida tampoco. Lo podi mirar desde los dos lados de la moneda.
A propósito de tu polola ¿Ella te diseña las camisas?
Sí, ella es mi asesora. Es una talentosa diseñadora de vestuario, es seca, tiene más talento que la mierda. En el fondo es como un trato cruzado, yo le hago promoción a su ropa, porque tiene una exposición puesta en alguien visible, y por otro lado ella me soluciona un gran problema que pa’ mi siempre ha sido fome, como ir a comprar ropa. Eso pa’ mi es perder tiempo valioso para hacer otras cosas. Tener que ir a un puto mall a comprar ropa, no me la banco, no la hago.
Pero en tu ropa siempre buscas lo alternativo, el verte diferente…
Es que la diseñamos juntos, yo le tiro ideas raras y ella las hace reales o factibles, porque de repente le digo weas que no se pueden hacer.
¿Tienes una fijación en cuanto a los diseños y conceptos?
Sí, me gusta harto el tema gráfico. Por eso InFame*, me llamó tanto la atención desde que partió. Cuando salió el número cero quedé impactado, las técnicas que se estaban ocupando a nivel gráfico e impresión eran weas que yo no había visto en ninguna revista. De repente me hubiera gustado estudiar diseño. Envidio a los diseñadores, porque manejan muy bien los programas de computación y yo soy súper anti high tech. De repente me encierro en las oficinas de los diseñadores e inventamos piezas gráficas que puedan servir para algo o no puedan servir para nada, pero ahí está el juego del diseñador frustrado.
Desde tu punto de vista ¿Que sucede con la música chilena? Como una evaluación general
Hay puntos claves para entender lo que pasa hoy a nivel de música chilena y es que hay una tendencia a nivel mundial de crisis en sellos discográficos multinacionales. Crisis de la industria discográfica, que ha generado nuevas plataformas y una realidad distinta a la que conocíamos hace cinco o diez años.
La crisis tiene varias razones, desde la piratería pasando por la democratización de sesión de registro. Los sellos no tienen las lucas necesarias como para darse el lujo de “apostar” por artistas locales ¿cachai? Eso implica que hay una cerrazón definitiva de los sellos grandes, salvo contadas excepciones, Hay una proliferación notable de sellos independientes, en todos los ámbitos. En el hip hop, en la electrónica, en el rock, en el pop, en el folklore incluso.
¿Esto es negativo para los músicos?
A partir de eso nos damos cuenta que la creatividad ha estado siempre presente y hoy día es viable gracias a los sellos chicos. Creo que la tendencia es un poco peligrosa en el sentido que la gran falencia en esos sellos chicos es que no cuentan con las herramientas de distribución necesarias para que llegue la música a todos lados, como sí la cuentan los sellos grandes.
El mundo del hip hop mueve como a un clan. Y ahí se genera una mini industria ¿cachai? El mundo del rock también lo hace. Ahora sí esos mundo paralelos e independientes pudieran crecer juntos, también genera algo interesante y tiene que ver un poco con ir avanzando como país, ir teniendo más cultura musical, más cultura de conciertos en vivo. Chile es un país que consume muy poca música en vivo.
Lo cual tiene que ver también con los recursos…
Claro, pero es una wea numérica también. En el sentido numérico de público. Por ejemplo, Los Bunkers, se van a México y ellos son unos desconocidos allá o recién conocidos y están vendiendo más discos de los que venden acá, por un tema de público y también de mayor cultura musical. La gente consume más música, porque hay un desarrollo histórico de esa necesidad ¿cachai?
¿Entonces hablarías de un nivel bueno en la música chilena?
Yo creo que es súper peligroso hablar como de buen o mal nivel, porque finalmente eso se traduce en términos súper como subjetivos. Es un tema de gustos, creo que en todas las áreas hay buenas bandas y hay talento. Ahora creo que eso no es muy generalizado. Es bueno que haya muchas cosas y es bueno que haya muchas cosas malas que en algún minuto logren ser mejores. También hay un rollo que después de escuchar tantos discos uno también se convierte en un weon muy mañoso y selectivo. Descartando rápidamente, pero así… de eso también se trata la pega, como de ir destacando lo que realmente vale la pena.
Ignacio Franzani, suma y sigue. En su último programa, Cadena Nacional, incursiona en una temática más alejada de la música, pero no por completo. Las comparaciones con Sergio Lago y Carlos Moena, no lo afectan, es que como él dice está concentrado en su trabajo, en revisar sus programas y corregir sus errores. Sobre todo mientras el cambio generacional de rostros televisivos no se realice y le permitan mantenerse en pantalla.
Etiquetas: cadena nacional, franzani, ignacio, ignacio franzani, infame, via x
4 Comments:
es que yo lo amo a él.
recuerdo cuando hiciste esa entrevista. Me gusta =)
está entrete esto jaja... yo tb hago lo mismo con los trabajos de arte. Es lo más productivo que hacemos en la escuela... y salen bastante buenos.
besos!
si la dura e mi idolo
m encanta too de el
lastima k...
bueno k tes bn aio
bueno el naxu franzani es mino del k m gustaria encontrar un tipo k sabe muxo y se nota k le interesa la cultura buen periodista el cabro ta bueno su programa
lástima que chicos como él no existen en el mundo real tanto en lo físico como en lo espiritual.
Publicar un comentario
<< Home