miércoles, noviembre 08, 2006

POR AMOR AL ARTE: RUPTURAS CRÍTICAS Y FUGAS DE IMAGINARIOS - Nelly Richard

FICHA BIBLIOGRÁFICA

Nelly Richard
“Por amor al arte: rupturas críticas y fuga de imaginarios”
RESIDUOS Y METÁFORAS (Ensayos sobre crítica cultural sobre el Chile de la Transición)
Santiago: Editorial Cuarto Propio, 2001
Páginas 243 – 268
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NELLY RICHARD
Nelly Richard, crítica y ensayista, estudió Literatura Moderna en La Sobornne, París. Es autora de textos sobre estética y cultura que circulan nacional e internacionalmente. Ha tenido un rol protagónico en la conformación de la escena neovanguardista chilena que se articuló en oposición al régimen militar, agrupando las obras más provocativas del arte, la filosofía y la literatura de los ochenta. Su trabajo, recogido en múltiples revistas y antologías, la señala hoy como una de las figuras más destacadas de la crítica cultural latinoamericana.

Desde 1990, dirige la Revista de Crítica Cultural, importante tribuna de reflexión y debate intelectual. También dirigió el Programa "Postdictadura y Transición Democrática: identidades sociales, prácticas culturales y lenguajes estéticos", de la Fundación Rockefeller (Universidad ARCIS, Corporación La Morada, Revista de crítica Cultural) entre los años 1997 y 2000, y el Diplomado en Crítica Cultural de la Universidad Arcis en Santiago de Chile. En 1996, obtuvo la beca Guggenheim.

Otras de sus publicaciones son: "Márgenes e Instituciones; arte en Chile desde 1973" (Melbourne- Art and Text, Fco. Zegers Editor, 1986), "La estratificación de los Márgenes" (Santiago, Fco. Zegers Editor, 1989), "Masculino/ Femenino: prácticas de la diferencia y cultura democrática" (Santiago, Fco. Zegers Editor, 1993), "La Insubordinación de los Signos: cambio político, transformaciones culturales y poéticas de la crisis" (Santiago, Cuarto Propio Ediciones, 1994).

HIPÓTESIS
“La postdictadura chilena ordena su paisaje falto de tensiones recurriendo a pragmáticas coordinaciones de discursos que, al glorificar el acuerdo firmado entre política y economía, funcionalizan lo social y debilitan, con sus antinarraciones de lo razonable y lo utilitario, el sentido fuerte (anhelante, impugnatorio) de lo histórico.”[1]

Con esto lo que plantea es que la imposición del neoliberalismo, como nuevo modelo político y económico, implica reducir el arte y lo social, a nivel funcional. Así, incluso las diferencias dentro de esto (social, arte, cultura), son agrupadas dentro de lo alternativo, sin representar una diferenciación en detalle para los “otros”. Más adelante Richard, señalará que la sentencia moderna tiende a excluir y recluir los cuerpos que perturban la libre circulación del capital, el “servir para algo”, reafirmando lo señalado.

TEMAS SECUNDARIOS
v Cosificación. El neoliberalismo intenta imponer un formato sedentario (cosificado) a las obras. El arte se escapa de eso a través del amor, como algo muy personal. “Con lo cual los reclusos burlan el castigo de la despersonificación que hace pesar sobre ellos la institución social.”[2]
v Centralidad y Frontalidad: Las fotografías de Errázuriz están enmarcadas con una línea negra y dentro de ellas destacan las líneas que se conjugan con las irregularidades y asimetrías de los modelos, enfermos psiquiátricos de Putaendo. Traspasado a la realidad, con el límite que se da entre los pobres y los ricos, entre los sanos y los enfermos, entre los unos y los otros.
v Contra la valorización de la imagen. La modernidad, el neoliberalismo, a través de la publicidad, instalan un parámetro de belleza que lleva a su vez al desprecio social a quienes no pertenecen al gusto sexual dominante. El lente de una cámara puede ajusticiar la desigualdad impuesta en la sociedad por parámetros estéticos. La pose permite seducir para cautivar y a su vez “burlar la sentencia del cautiverio”
v La locura. Los enamorados se convierten en locos, pero los locos no se pueden enamorar. En el enamoramiento hay una base “racional” narcisista, de sentirse alguien para el otro. “Empezar a ser a través del otro”, el querer dar sin límite.
v Temporalidad en la locura. La importancia de la imagen es poder trascender a través de ella. Sin embargo, hay una crítica frente a lo patético de esto. Lo que se da finalmente no es la memoria familiar, sino la memoria de las cancelaciones sociales.
v Subjetividad e identificación. El tic los saca de esa igualdad a través de la desorganización que se opone al bloqueo del rostro a ese rasgo para lograr la identificación.
v Localización de género: La mujer y la locura. Lo femenino está relacionado con lo caprichoso y extravagante, características también atribuibles a la locura, que está contra la sistematicidad lógica del sentido.
v El “deseo de querer”. Implica volar a través de la imaginación. A través del lenguaje, los autores se revelan a esta “serialización”. El deseo en esta ocasión no tiene relación con lo monetario, sino con el desear hacer arte. Desear sin límite, que implica pasión y en ello locura.
v Periferia. Reafirma dominio de unos sobre otros. Reafirma que hay unos dentro y otros fuera; unos con poder y otros sin este.

OPINIÓN CRÍTICA
Frente a un periodo rico en creación literaria y artística, se instala la dictadura que viene a producir un “apagón cultural”. Se debe neutralizar el libre pensamiento, para implementar un nuevo modelo político y económico (neoliberalismo), sin enfrentarse a la contrariedad de los intelectuales y menos del común de las personas. Los espacios sociales en donde se da el pensamiento -y la política- se reducen notoriamente y el resto están fuertemente controlados.

Ya en postdictadura, se ha instalado el neoliberalismo. Las personas sujetas a una pseudodemocracia, creen ser iguales, aunque sólo se remita al poder adquisitivo. Las diferencias se reúnen como un “algo” alternativo, que en el fondo no distingue rasgos particulares, sino sólo agrupa y excluye lo que no es útil para la finalidad del modelo imperante: “la libre circulación del capital”.

En relación al arte se da una constante lucha por no dejar de crear. Se debe romper con la monotonía impuesta por este nuevo orden que nos impuso la dictadura para que el modelo se mantenga y funcione. Las obras se clasifican bajo parámetros que parecen incomprensibles para los propios artistas, pero necesarias para mantenerse bajo la uniformidad imperante.

Los artistas, sin embargo, tímidamente se rebelan. No sólo contra el sistema, sino partiendo desde adentro. Burlándose de los rígidos parámetros impuestos y de quienes los imponen. En la fotografía de Errázuriz que se ciñe a las características de quién retrata a un modelo, de seguir líneas rectas y encuadres perfectos, sobresale la locura de quienes no pertenecen al gusto sexual dominante, que escapan de los parámetros de belleza, pero que a través del lente de una cámara son ajusticiados, mientras se les devuelve la libertad impuesta por el cautiverio dado por no “servirles” a la sociedad, al objetivo del neoliberalismo.

Es que el arte tiene plena relación con la locura, tomando en cuenta los conceptos utilizados por Richard. Ya que el arte corresponde a un impulso, a veces o casi siempre, irracional por el deseo de querer sin límites y en ello concuerdo con la autora. El querer, sin imponerse límites, lleva a actuar apasionadamente, “como un loco”, para producir la obra deseada, para comunicar eso con lo que el artista se encapricha y, por lo cual, no está dispuesto a mantenerse bajo la sistematización lógica del sentido.

Contra lo que intenta imponer el neoliberalismo está el arte, que nace y/o se impone porque sí, por el deseo utópico de lo que puede ser sin poder preverse a ciencia cierta lo que será, escapando de la monotonía y uniformidad que la dictadura deja como legado.
[1] Richard, Nelly. “Por amor al arte: rupturas críticas y fugas…”. Pág. 243
[2] Pág. 246